Toda bóveda ejerce un doble empuje, uno vertical y otro transversal. Para solucionar la presión vertical se continúan utilizando los soportes internos conformados por las columnas y pilares. Para contrarrestar el empuje transversal, sabemos que la arquitectura románica utilizaba los contrafuertes, pero a medida que se va desarrollando el estilo gótico, los arquitectos recurrieron a unos soportes externos mucho más atrevidos llamados arbotantes.
Los Arbotantes.- Son la clave para construir los edificios altos y livianos propios del gótico. El arbotante es una especie de puente macizo que sujeta las bóvedas de las naves internas de la catedral, transmitiendo el punto de presión a los contrafuertes del exterior, permitiendo a los arquitectos abrir mayores vanos en la fábrica del edificio. La utilización de los arbotantes
“… modificó por completo la silueta de los edificios,deparándoles un aspecto sorprendente nunca visto hasta entonces y que no volverá a repetirse en la Historia del Arte, consistente en la presencia, alrededor de un cuerpo central de naves abovedadas, de un conjunto de líneas oblicuas y verticales que definen en torno a él un volumen de espacio libre…”